Y la admiré. Y la dibujé en el cuadro más bonito jamás pintado. Y le hice ricitos en su melena azabache. Y con el corazón desbocado la acaricié. Y sumergidos en un imparable frenesí la besé en las manos, en la cara y en los labios. Y la volví a admirar. Y a acariciar. Y a besar en las manos, en la cara y en los labios. Y la deseé más. Y cuando le abrí los ojos comprobé que yo no era más que una ilusión. Y desaparecí. Como hiciera hace tanto la lluvia de estos campos marchitos.
Tremendo, David.
ResponderEliminarUn micro en el que destaca la intensidad emocional que logras a través de una prosa ajustadísima y un ritmo que se ciñe maravillosamente al propósito narrativo.
Me parece fantástico.
Un abrazo,
Si es que siempre nos vamos cuando más nos necesitamos :)
ResponderEliminarBesicos
Y la lluvia no aparece...
ResponderEliminarBesos desde el aire
Aggggggg Odio demostrar que no soy un robot
David, a veces con la lluvia también desaparecen nuestros sueños. Muy bien expresada esa sensación volátil que con frecuencia es el amor.
ResponderEliminarUn abrazo.
Vaya comparación, lluvia y amor, o mejor desamor y sequía... Muy poético. Saludos
ResponderEliminarLa lluvia (o su ausencia) es tan poética como el amor (o su sequía, el desamor). Un lenguaje bello el que utilizas para transmitir esta sensación.
ResponderEliminarUn registro de tono poético y musical (o sea, lírico) en el que no sueles escribir (o al menos publicar). Te queda bien, ¿sabes? Hay filón.
ResponderEliminarAbrazos muchos,
P
Me ha gustado esta faceta tuya nueva que nos ha traído la lluvia. Has conseguido un micro estupendo
ResponderEliminarSaludos
Dos respingos en uno. Primero, el se él el sueño. Segundo, dejar ese reguero poético de lamentatión por la sequía. Muy bueno, David. Me encanta la repetición bien usada.
ResponderEliminarOtro abrazo, por el abandono.