A ver si consigue así que papá no haga más el indio, como subirse a
la azotea y hacer equilibrios en la repisa. Qué loco. O quedarse dormido en el
rellano cuando llega de noche a casa. Qué miedo. Mi hermana descubrió el brillo
en sus ojos en la primera reunión y tuvo la idea. Ojalá sirva. Sólo ella podrá
evitar además que se ponga la camisa del revés, que salga a la calle con un
calcetín de cada color, que vaya siempre despeinado, evitar que beba tantos gintonics. Será a las cinco, nuestra
profesora de inglés, a solas, en casa. A mamá ya le explicaremos que le hace
mucho bien.
¡Qué bueno, David! Ves, es por micros como este que sigo cuestionándome si el REC no está enfermo de éxito. Llegan más de 600, a veces más de 900, micros un domingo y el miercoles ya tienen a los tres seleccionados. Vamos, que el factor suerte influye mucho más de lo que debería.
ResponderEliminarTe dejo mis aplausos admirados.
Un abrazo,
¡Genial David!, ¡cómo me ha gustado y qué guardadito te lo tenías!.
ResponderEliminarDe lo que Pedro dice...pues....¡qué vamos a contestarle! ¿verdad? ...sobran las palabras en este concurso, hay muchas y muy buenas. ;)
Un besazo.
Me sumo a lo que dice Pedro.
ResponderEliminarGRan texto.
Un abrazo.
Genial, excepto para mamá
ResponderEliminarBuenísimo, David. Yo creo que a mamá hasta le hacen un favor.
ResponderEliminarUn abrazo.
David, me gusta mucho. Cómo nos adentras en el personaje del padre invidente, sus males que le angustian. Y el amor al padre de esos niños, libres de prejuicios que convencerán a la mamá, a la fría mamá. Felicidades.
ResponderEliminarEs un microrrelato muy bueno, David. Enhorabuena.
ResponderEliminarUn abrazo.