Dos excursionistas buscan el
sendero que han perdido hace un par de horas. Dan vueltas sin descanso. Por
alguna extraña razón las anotaciones de sus mapas no coinciden con la realidad.
Donde esperan una cascada encuentran una cueva; si esperan un lago lo hace un
precipicio y si cuentan con un valle éste se ha convertido en un pico. Un fuerte
viento complica la situación.
En la morada de los dioses
mientras los padres descansan, el pequeño Zeus juega, balancea entre las manos
un planeta, azul. Sin contener la sonrisa en los labios sopla más y más fuerte
cada vez.
Es un jodido este Zeuz, siempre igual, no cambia mas. Buen giro. Buena historia. Saludos
ResponderEliminarEl juego de los dioses complica la vida a los humanos. Los humanos le complican la vida al planeta.
ResponderEliminarMe gustó mucho.
Triple de besos.
Estoy con Lola, David. De hecho, creo que es función de los dioses complicar la vida a los humanos, por eso no creo en ellos.
ResponderEliminarDestaco el cambio acertado, ante el sentido previsible del relato. Es el punto dónde el texto recoge su brillo.
Un abrazo,
Cuando Zeus se pone...
ResponderEliminarUn saludo.
Lo que es un juego para algunos supone una catástrofe para otros. ¡Malditos dioses! Saludos
ResponderEliminarLos niños son peligrosos hasta de dioses, ¿o al revés?.
ResponderEliminarPuñetero Zeus! Pobres excursionistas, es para que te aten.
ResponderEliminarUn abrazo.