Imagen tomada de la Red
“Y restos de lágrimas en las mejillas de
la princesa quedaron para siempre. Fin”
- Papá ¿por qué nunca me cuentas un cuento de final
feliz?
El padre se
quedó pensativo sin saber qué responder a la vez que se acordaba de las
caricias de su mujer, de su melena azabache ondeando al viento, de sus manos al
volante, de su voz dulce gritando como nunca que frenara, de por qué giró a la
izquierda y no a la derecha.
- Hija mía mañana prometo que lo haré. O quizá pasado
mañana-masculló.
Ufff un relato muy duro.
ResponderEliminarDuele.
ResponderEliminarBesos desde el aire
Uno de los más duros que te he leído. Si era el propósito lo conseguiste. Saludos.
ResponderEliminarTriste historia la de este hombre aferrado a las ausencias, al accidente, y a esa mujer de pelo azabache que llenó su vida y sin la cual, parece perdido.
ResponderEliminarEspero que lo consiga, pasado mañana, o al siguiente, igual que deseo qcolocar tu nombre en mi reseña. Sí, sí, y después....¡el mío claro!.
Besos y gracias por acordarte de visitarme, ¡me ha hecho mucha ilusión!.