Contradiciendo la afirmación de
que el exceso de alcohol es el culpable de los males del hígado, creo que es el
hígado el culpable de los males del bebedor. Si no tuviéramos dicho órgano, no
sufriríamos nunca hepatitis ni cirrosis. Análogamente, podríamos aplicar
lo anterior al pulmón con los fumadores y sus dolencias. Y al corazón con los
que sufren de amor.
Tan convencido estoy que el otro
día me extirpé de una tacada el hígado, los pulmones y el corazón. Un poco sangriento, sí, pero confirmé que estaba en
lo cierto. Ahora puedo beber y fumar todo lo que quiera sin límite alguno. Más
aún cuando pienso en Natalia no siento ansiedad ante sus continuados desplantes.
Tan sólo una sensación que no contaba: la extrema ligereza de mi
cuerpo, hasta floto, desde que me cegó un intenso fogonazo.
Flotar más allá de la vida.
ResponderEliminarNos sobran órganos, sin duda.
Saludos
Todo tiene su efecto colateral, prescindir de tanto órgano vital... Saludos
ResponderEliminarMe ha encantado, es gracioso, con sentimiento, bien escrito y absurdo.
ResponderEliminarMe quedo por aquí leyendo más.
Saludos
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