Amanecer, del pintor ruso Vladimir Kush
A
través del portal compruebo, una mañana más, que no hay nada ahí fuera salvo vacío,
silencio, oscuridad e incertidumbre. Y no me queda otra. Respiro hondo y del
bolsillo izquierdo de mi pantalón extraigo dos pinturas: una amarilla para
pintar un sol bien alto y otra azul para el cielo. Del bolsillo derecho
desenrollo una madeja de calles y avenidas y las extiendo lentamente. Añado
también bancos, árboles, señales de tráfico, coches y peatones que visten el
entorno. Por fin el sonido de pájaros cantando desde los nidos me dice que ya
estoy preparado para afrontar un nuevo día.
Me trasmite tristeza, como si pintar otro nuevo día, afrontarlo, fuese cansado y penoso.
ResponderEliminarPor eso, precisamente por eso, me gusta más que siga pintando un sol y un cielo; si llega a pintar un día con nubes o lluvioso...
Como dice la canción, ¿Cuanto más necesito para ser Dios?
ResponderEliminarBonita manera de caminar, aunque a veces sea difícil, siempre se debe seguir adelante. Saludos
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