CIGUEÑAS
No
hace tanto tiempo que sus nidos ocupaban campanarios, torres y chimeneas.
Sobrevolaban los cielos, dejando caer de sus picos, inocentes criaturas
envueltas en suaves arrullos. Éstas, al llegar al suelo, se convertían en niños
traviesos. Durante los atardeceres sucesivos, ascendían a los tejados,
correteaban por los aleros y saludaban a la Luna y a las estrellas. Así era en
este pueblo, y en todos. Hasta que un día, esas mismas cigüeñas, al atardecer,
recogieron a esos niños que saludaban en los tejados, ya convertidos en abuelos
de piel gruesa y arrugada. Y desaparecieron todos. Abuelos. Niños. Y cigüeñas,
también.
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En mi caso, el día 1, una cigüeña depositó suavemente un Pablo en mi camino, todavía no es travieso, todavía es poquita cosa, pero ahí está, soñando con corretear por los aleros...
Un saludo indio
Mitakuye oyasin
5 comentarios:
Felicidades, por el relato y por el regalo del arrullo. Qué bonito.
Enhorabuena!!! Bonito regalo te ha hecho la cigüeña. Cuídalo mucho y dale un beso grande a la mami también.
¡Enhorabuena, David!
Un abrazo fuerte para toda la familia.
Enhorabuenas, que Pablo traiga felicidad a ese camino. Saludos
Pues de momento y para empezar ya te ha traido nueva inspiracion.
Que continue....
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