Lucas redescubrió en el desván el pañuelo rojo de las últimas fiestas que pasó en el pueblo. Enseguida recorrió la carretera de los Recuerdos y tomó la salida del Verano del 86. Varias curvas y neuronas después vislumbró la plaza repleta de gente. Se acercó para ver la orquesta, las botellas de moscatel en la barra y los globos de los niños alejándose en el cielo. A través de una calle adyacente alcanzó un portal en penumbra; en su interior a punto de darle su primer beso con los ojos cerrados, la que por aquel entonces era sólo su prima.
Me gusta que insinúe un final feliz.
ResponderEliminarDavid, aquello que no se ha hecho mejor no removerlo pasado el tiempo, ¿para qué?
ResponderEliminarSuerte con las bicicletas.
Abrazos.
ResponderEliminarEl final sorprende, bien giro sin decirlo claro. Saludos
Una evocación cargada de nostalgia.
ResponderEliminarAbrazos, muchos.