El bate, <<¡Eso, bate!>>, se le resbalaba de las manos
pringosas. De los nervios, las palabras no le salían, al contrario el
sudor, <<¡Eso, sudor!>>. Qué decir del corazón y sus latidos, del
temblor en las piernas o el rubor repentino. De nuevo, cual novato, la
responsabilidad por demostrar que valía, al máximo. Y todo porque, como si nada
hubiera pasado, ella había acudido un sábado más al partido, tan guapa y sonriente,
tan elegante, en la misma zona del graderío que siempre, tan entregada a su
compañero de equipo, el mismo que tiene enfrente esperando su visto bueno para lanzarle
la bola.
Buen golpe. Y muy bien encajada la frase inicial, tan imposible.
ResponderEliminarFelicidades!!!
Apuesto por un jonrón que va a sembrar la duda en atenta mirada de la chica, o no?
ResponderEliminarBuen disparo.
Un saludo indio.