Cuando el último rayo de luz de la tarde se desvanece, la noche invade
cada rincón del pueblo. Para entonces, sus habitantes no han tardado en
refugiarse dentro de las casas, con las ventanas cerradas, las chimeneas
apagadas y los portones atrancados. Tan solo la tenue llama de los
candiles rompe la oscuridad iluminando sus caras temerosas. Permanecen
quietos, salvo por algunos escalofríos, a la espera. Fuera, la noche
viene acompañada del ulular del viento y otros ruidos, como silbidos
lejanos, que poco a poco dejan claro el sonido de ladridos que se
acercan a toda prisa. De un tiempo a esta parte atormentan a estas almas
desvalidas, recorren las callejuelas y golpean a su paso las aldabas
que encuentran. En cuestión de minutos, que parecen eternos, retorna el
silencio, pero nadie se atreve a moverse. Y no lo harán hasta el
amanecer, para tras comprobar las huellas de los canes en el camino,
descubrir que un nuevo recuento en la plaza deja constancia de quien
falta esta vez.
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Con este microrrelato participo, después de una larga ausencia, en las convocatorias de Esta Noche Te Cuento. En esta ocasión el tema es "Perros y/o Gatos".
Para leer la entrada allí y lo que se comenta de él, clic aquí.
Un saludo indio
Mitakuye oyasin
Microrrelato bien hilado, ambiente oscuro, de suspense y hasta algo terrorífico. Enhorabuena
ResponderEliminarTiene aroma de clásico.
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