Suena el timbre y la madre de
Lucas, en camisón, le dice que vaya a su cuarto y no salga. Él ya sabe qué pasa
y a regañadientes obedece. Primero juega con los coches de policía, les hace
sonar las sirenas y los choca contra la pared; luego golpetea un tambor con las
manos hasta que se le enrojecen. Sabe también que nada podrá detener la siguiente hora hasta que a través de la ventana vea salir del portal a un señor desconocido. Entonces
su madre le dará un billete para que compre algo de cena en el supermercado de
la esquina.
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Segunda jornada de la Primavera de Microrrelatos Indignados 2013 que pretende durante tres, llenar la Red de microrrelatos indignados que denuncien el avance de la desigualdad social, las injusticias, los abusos de poder, las humillaciones colectivas, las corrupciones impunes o la desprotección social que en los últimos tiempos se están acentuando.
Para saber más clic aquí.
Para la Tercera jornada intentaré que sea un microrrelato más optimista.
Gracias por vuestros comentarios
Un saludo indio
Mitakuye oyasin
7 comentarios:
Cada vez hay menos hombres con billetes, los billetes se guardan en Suiza y el muro entre las dos Españas es muy... pero que muy alto
David, ¡Zas! Un microrrelato que impacta por lo que cuenta y esa imagen que repugna. Aquí viene al pelo esa frase de ¡Qué puta es la crisis! Pero la necesidad está antes que la dignidad.
Un abrazo.
Otra estampa más de los efectos de tanta rapiña y tanta corrupción. Triste tu micro.
Besitos
David, amigo, la necesidad es enemiga de la inocencia de los niños. Los convierte en espectadores (aunque jueguen con los cochecitos) de unas vivencias tristes y dolorosas.
Tu micro es una como una puñalada que se clava en lo más hondo de la dignidad, del sentido maternal, de lo que seríamos capaces de hacer...jooo...qué triste....
Besos desde mi alambrada y un abrazo.
Un micro duro que podría estar ocurriendo en algún hogar de nuestro maltrecho país, de nuestra injusta sociedad. Deja un regusto amargo aunque te deja pensando que podría ser aún peor.
Un abrazo, nos vemos en la alambrada.
Amargura. Los billetes cada vez son más caros, más sucios.
Saludos.
Este micro se hunde en el corazón del lector como el cuchillo tibio en la mantequilla, David. Es una puñalada a nuestras conciencias.
Mis aplausos.
Un abrazo.
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