Imagen tomada de la Red
Persiguiendo una pelota se acerca hasta mí un niño. Antes de que la alcance suelto el periódico que leo y la recojo con las manos. Nos quedamos mirándonos a los ojos. En los suyos, del color de los míos, veo reflejadas las lágrimas que derramé cuando una ola se llevó mar adentro el cubo y el rastrillo con el que hacía castillos de arena. Ahí están también las tortitas de leche que me preparaba la abuela y las canicas con las que solía ganar a mis compañeros de clase. De repente cuando noto que me agarran del brazo me doy la vuelta asustado y corro. Un hombre me persigue con una pelota en las manos y dice que es mía.
7 comentarios:
Para leer unas cuantas veces, como poco.
Cuando menos lo esperas sale a flote ese niño que todos llevamos dentro, también los miedos.
Un abrazo de seis segundos.
Eso sí que es volver a la infancia.Lo has contado muy bien, David
Nostálgico a la par que divertido.
Saludos.
Muy divertido. A muchos nos encantaría volver por unos momentos a esa infancia en la que se disfrutaba eL momento con unos ojos limpios y olvidándose de analizarlo todo, como hacemos los adultos.
Todos. Niños. Siempre.
Saludos.
Viaje a los recuerdos de la infancia que van y vienen. Micro para leer reposado. Saludos
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