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jueves, 4 de julio de 2013

Historia triste de no aceptación de la realidad

Imagen de Elena Ramírez (Lena Diseño)

Sobresaltada, se incorpora y enciende la luz de la mesilla. Mira hacia la cuna y se le escapa un grito de terror: el bebé ha desaparecido. Una mano a su lado intenta tranquilizarla. Treinta años después aún cree que en verdad existió.

6 comentarios:

Lola Sanabria dijo...

Desde luego que es una historia de terror. Los pelos como escarpias me ha puesto.

Abrazos consoladores.

arktos-temis dijo...

A veces los vacíos ocupan tanto espació que es imposible negarlos.

Bien retratado gran jefe.

Anónimo dijo...

Me ha recordado a uno que escribí en el que la protagonista se despertaba al escuchar llantos de bebé.

Ya sé que no comentas por aquí pero sí en ENTC. Quizá lo intente por allí. Saludos desde tu tierra.

Juan dijo...

Buen final. Triste y casi paranoico. Saludos

Miguel Ángel Pegarz dijo...

Conciso y no sé decir si el final es menos o más cruel que el esperado.

Laura dijo...

Pobrecita. El cruel es el marido, que sabiendo de sus pesadillas, le colocó una cuna vacía para volverla un poco loca. Aiiinnnss ¡qué vida!. ;)

Besos desde mi domingo de solete.

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