Ilustración de Sotirios Moutsanas
Al otro lado
de mi espejo habita un hombre de apariencia cansada pero muy cordial y eficaz, siempre
que me asomo ahí está para saludarnos. Hemos establecido una relación divertida
porque si saludo con la mano derecha, él lo hace con la izquierda; si le guiño
el ojo izquierdo, él guiña el derecho; si aparezco por la parte inferior, igual
hace él; si me acerco con una vela encendida me sorprende con otra. Al
principio me paralizaba que nuestros movimientos fueran totalmente acompasados,
luego ya me acostumbré. Ahora me cuesta pensar que un día se vaya para no
volver. Y por eso, desde anoche estoy preocupado, porque o por primera vez se
apresuró tanto que cuando fui a mirar ya no estaba o le pasó algo: tras unos
minutos frente al espejo no vi a nadie.
Mientras sigo
con mi vida no me olvido de lo ocurrido. Es fin de semana y no tengo nada que
hacer. De repente me entran ganas de limpiar el trastero. Cuando estoy bajando
las escaleras me asusto al ver que el hombre del espejo yace en el suelo sobre
un charco de sangre.
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Con este microrrelato participo en la propuesta de junio para el III certamen de relato corto... para mesilla de noche, Esta noche te cuento.
El tema en esta ocasión son los espejos.
Para leer este micro y lo que de él se dice en la web del concurso, clic aquí.
Para leer los demás microrrelatos participantes, clic aquí.
2 comentarios:
Allá te leí y comenté.
Es para asustarse verlo en el suelo envuelto en sangre... ufff me iría pensando lo peor.
Me gusta como has sabido usar lo obvio de un espejo y su reflejo de una manera tan dinámica, el detalle de la vela rompe lo predecible, es chulo.
Invitado que das a Montesinadas si te apetece leer algo por allí.
Suerte
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