Amanecer, del pintor ruso Vladimir Kush
A
través del portal compruebo, una mañana más, que no hay nada ahí fuera salvo vacío,
silencio, oscuridad e incertidumbre. Y no me queda otra. Respiro hondo y del
bolsillo izquierdo de mi pantalón extraigo dos pinturas: una amarilla para
pintar un sol bien alto y otra azul para el cielo. Del bolsillo derecho
desenrollo una madeja de calles y avenidas y las extiendo lentamente. Añado
también bancos, árboles, señales de tráfico, coches y peatones que visten el
entorno. Por fin el sonido de pájaros cantando desde los nidos me dice que ya
estoy preparado para afrontar un nuevo día.
3 comentarios:
Me trasmite tristeza, como si pintar otro nuevo día, afrontarlo, fuese cansado y penoso.
Por eso, precisamente por eso, me gusta más que siga pintando un sol y un cielo; si llega a pintar un día con nubes o lluvioso...
Como dice la canción, ¿Cuanto más necesito para ser Dios?
Bonita manera de caminar, aunque a veces sea difícil, siempre se debe seguir adelante. Saludos
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