El verano te permite
culminar tareas pendientes. Y una de ellas era la lectura de este libro de
Jesús Esnaola, de quien conozco su andadura por la blogosfera desde hace unos años ya,
al lado de su inseparable doctor Frankenstein.
Prevenido por distintos comentarios, me
agencié un buen chubasquero antes de empezar. Y menos mal. El agua aparece en
distintas formas a través de sus páginas, casi hasta se me escurrían de las
manos. No sólo en el título. Lluvia en forma de goteo (El goteo de los años de lluvia); agua hasta La coronilla; mar que inunda a la humanidad en De profundis; lluvia en un pelotón de fusilamiento en El chubasquero; agua que va cubriendo
las rodillas de los niños que juegan al fútbol en la plaza y alcanza la torre de
la iglesia en Niveles; fina lluvia de
tic-tacs de oro en el Tribunal Supremo;
agua para las plantas en Intuición…
Otro dato que me ha llamado la atención es
la presencia (no sé si intencionada) de distintas formas geométricas, líneas
rectas paralelas en Geometría; dibujos
sobre el parquet en El laberinto;
círculos en las estaciones de metro de Entropía,
y más círculos que rompen hileras en Las
hormigas.
También he comprobado en la lectura de este
buen libro de microrrelatos la existencia
de frases de inicio pertenecientes a un concurso prestigioso de la
cadena ser, relatos en cadena: La bala,
en la sien; Tal vez si hubiera
preguntado antes; Esta vez no erraré
el tiro; Prisionero de su esfera;
Me empiezan a entrar dudas; Mañana va a llover; Todos saben que es una mujer bala…
En resumen: agua y lluvia, formas
geométricas, relatos en cadena y todo ello bañado con un mar de melancolía.
Ni qué decir tiene que aconsejo su lectura.
Enhorabuena Jesús.
.
Lección
La bala, en la sien,
recordadlo, es muy importante. Subrayadlo con rotulador fosforito, pegad notas
al lado del espejo, pero no lo olvidéis. Sobre todo los repetidores, ¿eh
Peláez, te ha quedado claro?
Todos nos volvemos y
Peláez, desde la última fila, parece sonreír. Claro que también su boca tan
sólo parece una boca y apenas queda un rastro donde estuvo la nariz. Intenta
decir algo, pero no le salen más que balbuceos así que calla, se limita a
formar un revólver con los dedos de su mano derecha y apoya el índice bajo la
barbilla, ¿ajhí no?, pregunta, y todos reímos su ocurrencia.