Imagen tomada de la Red
Quizá sólo sean sensaciones,
sensaciones de un simple aficionado a los microrrelatos que intenta tomárselo
en serio, unas veces imagino que con mayor acierto que otras. Intento ser
humilde y aprender de los grandes autores; por supuesto de los magníficos
textos que día a día nacen de la pluma de aquéllos que poco a poco se van ganando un
hueco para ser recordados por su labor a favor de este género.
Como digo quizá sea mi punto de
vista lejano a la realidad.
Ayer se falló una nueva edición del concurso de
relatos en cadena (REC) de la cadena ser. Un premio hasta ahora al menos prestigioso además de su
premio de 6 mil euros para el ganador (injusto que el resto no se lleve algo más)
10 finalistas entre los que se encontraban
grandes conocidos, casi amigos en este mundillo. De ellos, tres eran mis
favoritos. Creo sinceramente que el de Mar Horno y el de Miguelángel eran
superiores al resto, muy completos, redondos, de antología, de cátedra, para
enseñar.
Contra todo pronóstico fue el de
Nacho Rubio quien se llevo el gato al agua. Le felicito. Igual que al resto por
estar ahí. Los autores no se merecen mi crítica. Sí el jurado, que ya este año
me ha dejado perplejo en más de una ocasión, aunque no soy nadie claro. Sólo un
aficionado más.
Nacho, a quien le he leído
cosas mucho mejores, llegó con un micro de 35 palabras incluyendo título y frase de inicio.
Nostalgia
Ordenaron colocarle una venda en los ojos para que dejase de llorar
anémonas y cangrejos. Desde entonces, cuando nadie puede verla, la sirena cautiva
vomita pulpos de siete patas en la taza del váter.
Adjunto por ejemplo también el de Mar Horno.
Locura familiar
Sus labios
perfilados se contraen para dejar escapar un silbido corto. Parece fortuito
pero sabemos que después se pasará un buen rato cantando. Seguimos a lo
nuestro. Papá pega una nueva pieza en su maqueta absurda. Cándida enjuaga
cansancio y platos en el fregadero. Mi hermana perfecciona su
maledicencia con la vecina. Yo escribo. De pronto se deja oír un trino
largo, un gorjeo maravilloso, quiebros imposibles, floreos, cascabeles, y, como
todas las mañanas, vemos salir a mamá volando por la ventana. Volverá al
atardecer para dormir en el perchero del dormitorio. Yo quería internarla pero
papá fue categórico.
— ¿Acaso no
quieres ser tú poeta? Déjala a ella que sea pájaro.
Juzguen ustedes donde hay mayor narratividad, cuál es más redondo, cuál expresa más, cuál tiene mejor final...
Creo que este año en especial,
REC se ha sumergido en una deriva a ninguna parte.