Había cambiado la forma de acercarse a nosotros. Ya no ocultaba su
verdadera identidad. Con el rostro cubierto, trepó veloz y con suma
maestría para evitar nuestra caída desde el alféizar. En ese momento, y
sólo en ese, la multitud rompió en aplausos liberándose de los nervios
que les paralizaba. Mientras, nosotros, nos mantuvimos jugueteando,
lanzando ráfagas aún inexpertas de telas de araña. Y es que sabíamos que
volvería.
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Después de mucho tiempo sin escribir nada y más de participar en alguna convocatoria-concurso, esta es mi aportación para la convocatoria de ENTCERRADO1... de maneras y regresos, donde la parte incial y final en cursiva son obligatorias.
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Un saludo indio
Mitakuye oyasin