DE LO QUE QUISE SIN QUERER.
Miguelángel Flores, escritor
nacido en Córdoba en 1967 y residente en Sabadell desde un año después, con
unos cuantos premios y distinciones en su haber y presente en no pocas
antologías del género.
Editorial Talentura
Noviembre 2014
Uno de los méritos de Miguelángel
en DE LO QUE QUISE SIN QUERER, es que ha
sabido plasmar un estilo propio en cada texto; se sabe, se reconoce una manera
de escribir tan personal que la hace genuina. Y aunque no siempre sucede, este
libro creo que es una extensión de la manera de ser de su autor: humilde,
sentimental, sensible, cariñoso, nostálgico…
DE LO QUE QUISE SIN QUERER consta
de 114 microrrelatos divididos en tres partes, con unos criterios claros, cada
una con su temática propia (en el caso de otros libros de microrrelatos la
separación en partes me parece más forzada, tanto, que prefiero que no la haya).
En la primera, COSAS DE AMAR, los microrrelatos tratan de amor y desamor.
Esta parte destaca por una narrativa poética, sus letras fluyen rozando la
poesía. Títulos como “Ajustando cuentas”,
“Alud”, “Cortejo”, “De luz”, “El extraño”, “Flores”, “La explicación”,
“Uanhouu” se hacen imprescindibles.
En la segunda, COSAS DE MORIR, la muerte de una manera
u otra tiene su protagonismo. Miguelángel
aquí nos hace reflexionar sobre la muerte y sus circunstancias, no de manera
sangrienta, sino elegante. En alguno de los microrrelatos deja ver además su
lado más malote.
Imprescindibles: “A punto de vivir”, “Indigestión”, “La presa”,
“Rosarito Corrales”, “Sembrado”, “Sonrisa de lápiz”…
En la tercera, OTRAS COSAS SIN QUERER recopila otras situaciones cotidianas de
la vida, sin perder de vista su estilo propio.
A tener en cuenta: “Adivinanza”, “Beso ajeno”, “Culpables”,
“Demasiado tiempo”, “La carta”, “Malos tiempos”, “Piso
compartido”, “Por el desagüe”, “Sobre vuelos”…
Como punto crítico personal, muy
personal, un microrrelato pierde fuerza, en general, cuando ocupa más de una
página porque el lector al pasar página se distrae y pierde ese efecto que da
el saber de antemano que la historia empieza y acaba en el espacio que tiene
delante a simple vista. Y en DE LO QUE QUISE SIN QUERER hay unos cuantos textos
con dos páginas, algunos con tres.
Como positivo encuentro el
equilibrio existente entre microrrelatos con final sorpresa, los que juegan con
el efecto guillotina, y otros que
tratan de envolver al lector sin más artificios que la historia donde nos ubica
Miguelángel de manera magistral. (Un libro de microrrelatos que carezca de la
técnica del final sorpresa dejaría de lado una técnica inherente al género,
igual que la elipsis, la economía del lenguaje, la tensión narrativa, la
metaliteratura…).
En DE LO QUE QUISE SIN QUERER
Miguelángel afronta en definitiva inquietudes personales, quizá parte de sus
vivencias, la búsqueda y definición de la sexualidad, el amor, el desamor, el rol de un padre que no
está, que abandona, la de una madre que espera, llorosa, sufridora…
Es un libro que conmueve, que
llega, que te hace sentir.
RECOMENDABLE 100%
Os dejo 2 muestras:
LA EXPLICACIÓN
Con esa exactitud tan característica
de la ciencia, lo que no flota, se hunde sin remedio; lo que no vuela, cae al
suelo. La energía, pura o no, nunca se destruye, pero sí se transforma. Y
mucho. Y se convierte en otra cosa. Y aunque la recta tiene una dirección, no
olvidemos que también posee dos sentidos. De ida, y de vuelta. Todo lo que
sube, baja; lo que entra, sale. Y lo infinito solo está en el cielo. Solo. Por
inercia, todo se mueve o reposa. Y la inercia, créeme, es lo peor. Vamos, para
que me entiendas, que he dejado de quererte. De corazón y científicamente.
INDIGESTIÓN
Como no quería cargar con ella,
con el mismo cuchillo que había usado para apuñalarla, se rebanó la conciencia
en ese instante, como si fuera mortadela. Esa fina loncha de moral la metió
entre dos remordimientos, haciéndose un bocadillo infame que fue masticando
lentamente, mientras iba lanzando los restos de su mujer por un acantilado que
él creyó del olvido. Ignoraba que, una vez digerido, el emparedado de cordura,
iría a parar al mismo mar; y que los deshechos y miserias los regurgitan las
olas delatoras y acaban chocando, una y otra vez, como una letanía, contra la
costa y las almohadas.