El afilador de Francisco de Goya
En el pueblo siempre hubo
comentarios que la madre de Lucas zanjaba argumentando que eran sólo habladurías de
gente cotilla. Sucede que desde hace años los últimos miércoles de cada mes el
pueblo recibe la visita de un afilador. Y Lucas recuerda que de niño, de más niño que ahora con trece, le gustaba
imitar con los labios el sonido del chiflo mientras le veía trabajar en la plaza. Y podría ser fruto de la casualidad, pero últimamente cree que no. Como tampoco que su padre se encontrara ausente largas temporadas ni que en casa
estuvieran los cuchillos perfectamente afilados ni que las pecas se han hecho cada
vez más visibles en todo su cuerpo.