Quizá sea debido a los avances en biomedicina o quizá porque en el más allá no se admite ningún ingreso más, pero el caso es que ya no se muere nadie. Desde hace mucho. Y esta vida sin muertes nos tiene desorientados.
Los comerciales de las funerarias no tienen demanda alguna y se han visto obligados a reinventarse y buscar otros negocios. Las plañideras, sin nadie a quien llorar, deambulan por las plazas de los pueblos y ciudades, ahora intentando hacer reír, sin mucho éxito. Los suicidas han desaparecido y solo de vez en cuando se ve algún nostálgico subido a un puente, con la soga al cuello o con las cuchillas afiladas acariciándose las venas del brazo.
Hace tanto del último fallecimiento que la gente se ha olvidado de cómo celebrar un funeral como dios manda.
Por eso he empezado a ofrecerme para figurar de cadáver. En la ficha que hago rellenar previamente, permito escoger incluso la forma de mi muerte: accidente de tráfico, enfermedad terminal, ahogamiento en el mar. He de decir que cada vez consigo quedarme más quieto y más rato. Aunque lo que más me está costando es no estornudar en medio del sepelio cuando me colocan las flores cerca. Soy alérgico.
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Microrrelato que participa en la convocatoria de ENTC, clic aquí, la confusión...
Un saludo indio
Mitakuye oyasin
4 comentarios:
Utopia si......pero muy original....suerte.
Gracias Visir!
Gran suposición de cómo sería la vida sin la muerte. Muy Saramago.
Un saludo.
Gracias José Antonio por comentar. Halago generoso al definirlo de muy Saramago.
Un saludo indio
Mitakuye oyasin
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