Imagen tomada de la Red
La teletransportación en el espacio-tiempo es una idea estúpida hasta que te pasa a ti.
Yo un buen día pasé de estar delante de un aburrido escritorio a encontrarme sobre un poni americano en una inmensa pradera. Mi traje había desaparecido y vestía un sencillo taparrabos como todo el grupo en el que me encontraba inmerso.
Delante nuestro una manada de bisontes pastaba tranquilamente, hasta que se oyó un grito y todos salimos galopando hacia ellos. Llevaba arco y flechas, y paradójicamente sabía utilizarlos.
Podíamos haber cazado decenas pero cuando llevábamos abatidos tres, un nuevo grito paró la cacería. Antes de despellejarlos, les pedimos perdón y les dimos las gracias por ser el sustento para nuestra tribu. Luego, esa noche, en nuestro asentamiento de esa primavera, se festejó con danzas y cantos para dar las gracias a la madre tierra por proveernos de todo lo necesario.
Ya retirados al tipi, me descubrí contándoles a mis hijos historias de nuestros antepasados que ellos escuchaban embobados hasta que les vencía el sueño. Y era en ese momento cuando mi mujer me reclamaba para retozar como sentí que debía ser cada noche.
A la mañana siguiente todo el mundo estaba en sus tareas con una sonrisa en la boca. Curtir pieles, conservar la carne, recoger leña y frutos, traer agua, y descansar y charlar bastante a menudo.
Era tan feliz que se me había olvidado de donde venía hasta que el transporte hizo el recorrido inverso.
Y aquí estoy otra vez, esperando ansiosamente.
Delante nuestro una manada de bisontes pastaba tranquilamente, hasta que se oyó un grito y todos salimos galopando hacia ellos. Llevaba arco y flechas, y paradójicamente sabía utilizarlos.
Podíamos haber cazado decenas pero cuando llevábamos abatidos tres, un nuevo grito paró la cacería. Antes de despellejarlos, les pedimos perdón y les dimos las gracias por ser el sustento para nuestra tribu. Luego, esa noche, en nuestro asentamiento de esa primavera, se festejó con danzas y cantos para dar las gracias a la madre tierra por proveernos de todo lo necesario.
Ya retirados al tipi, me descubrí contándoles a mis hijos historias de nuestros antepasados que ellos escuchaban embobados hasta que les vencía el sueño. Y era en ese momento cuando mi mujer me reclamaba para retozar como sentí que debía ser cada noche.
A la mañana siguiente todo el mundo estaba en sus tareas con una sonrisa en la boca. Curtir pieles, conservar la carne, recoger leña y frutos, traer agua, y descansar y charlar bastante a menudo.
Era tan feliz que se me había olvidado de donde venía hasta que el transporte hizo el recorrido inverso.
Y aquí estoy otra vez, esperando ansiosamente.
3 comentarios:
Gracias Javier por participar. Suerte.
Si alguien quiere hacer un dibujo, ilustración de este microrrelato será bienvenida, si consigo que haya una para cada uno los podría añadir en el archivo pdf preparado con todos los micros presentados.
Un saludo Indio
Mitakuye oyasin
Gracias a ti David por la idea y el esfuerzo.
Veo que me comí una "n" en teletraNsportación. Si te viene bien lo arreglas, da grima.
Abrazos
Pues fíjate que busqué en la Rae y sale teletrasportación, a mí también me sonó raro, pero... De todas formas ya lo cambiaré cuando pueda.
Un saludo indio
Mitakuye oyasin
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