Imagen tomada de la Red
Nadie en la residencia ha querido trasladarse aquí, ni siquiera los recién llegados. Mejor para mí. Prefiero estar solo en esta habitación que compartirla con otro que no sea Jero.
Nos sorprendió que tuviera más de noventa años, cuando ingresó aquí tras recorrer en soledad los cinco kilómetros que nos separan de la ciudad, calzado con unos mocasines de tela y sin apenas equipaje.
Varios compañeros le llamaban “el indio” y él sonreía. Incluso les corregía contando que provenía de una tribu cercana a México por herencia del abuelo y otros antepasados. El sobrenombre en comanche no lo recuerdo, pero sí que significaba algo así como Halcón Niebla. A mí no me importaban esas historias porque nunca me gustaron las películas de vaqueros, pero cada vez que Jerónimo hablaba, todos los presentes atendíamos igual que si escuchásemos una voz sabia y cálida como la de nuestros padres.
Y así estuvimos hasta el último día, oyendo desde el suelo cómo crecían los árboles y otros arbustos del jardín. Palpando los rayos de sol que se filtraban por las ventanas. Saboreando el rocío dulce de las rosas en el otoño. También nos enseñó a usar nuestros cuerpos viejos como arcos, tensos o flexibles según la situación.
Y así hasta el día en que partió, mientras volaba un halcón por el cielo, apenas visible entre un espeso manto de niebla.
Después de todos estos meses debería echarlo de menos, pero es imposible porque su presencia vibra todavía entre las paredes de esta habitación.
1 comentarios:
Gracias Pablo por participar. Suerte.
Blog: Sin Bulla
http://pablosinbulla.blogspot.com.es/
Si alguien quiere hacer un dibujo, ilustración de este microrrelato será bienvenida, si consigo que haya una para cada uno los podría añadir en el archivo pdf preparado con todos los micros presentados.
Un saludo Indio
Mitakuye oyasin
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